Siete
años de tormenta perfecta, en una crisis de longitud impredecible, han hecho
perder el rumbo de la nave, han producido millones de ahogados y de malheridos,
pero simultáneamente, han forjado marineros aguerridos, capaces de soportar con
éxito futuros envites y de aprovechar vientos favorables.
¿Están
desorientados muchos de nuestros banqueros, políticos o dirigentes, limitándose
a oír con impotencia las súplicas de auxilio de una gran masa social y
económica de Pymes? ¿Tienen hoy las empresas proyectos de futuro o bastante
hacen con sobrevivir? ¿Entienden los sindicatos el cambio de época?
Las
Derechas europeas en los gobiernos suben impuestos, las Izquierdas recortan
prestaciones. Los populismos extremos están alcanzando las primeras posiciones
en las últimas elecciones europeas en democracias tan “civilizadas” como
Francia, Reino Unido u Holanda, y a medida que mejoran algunos indicadores como
la vuelta a incrementos positivos de PIB o el abaratamiento del endeudamiento,
se piden con más fuerza las políticas de crecimiento.
Recordamos
el largo periodo anterior de desarrollo sostenido, en el que el crecimiento
permitía bajar impuestos porcentuales pero incrementar recaudación, aumentar el
poder adquisitivo del ciudadano y su consumo, mejorar prestaciones sociales y
reforzar ciclo a ciclo el poder de nuestras economías al mismo tiempo que el
bienestar social. Entonces alcanzamos el círculo virtuoso.
¿Debemos
regresar a aquellas políticas? ¿Es aún posible?
¿Dónde
están esos marineros aguerridos que entienden de tormentas? ¿queda alguno entre
nuestra élite política y dirigente?
Montesquieu,
en “El espíritu de las leyes” nos avisaba ya hace casi 300 años que el gobierno
del pueblo, la República, solo puede construirse sobre la virtud de sus
dirigentes.
Opino
que, desgraciadamente, no es posible regresar a aquél pasado, pero si aplicamos
inteligencia, tesón, y una inmensa energía de cohesión a un proyecto de futuro
compartido, podemos aspirar a recuperar la Europa del bienestar de sólidos
fundamentos económicos, podemos definir un nuevo crecimiento, que resuelva
nuestros problemas.
El
actual desempleo asfixia nuestra sociedad y nuestras cuentas: continuar con las
actuales políticas de sequía hacia la investigación, la tecnología y la
innovación no aportará crecimiento. Y es precisamente el crecimiento el único
camino que compaginaría alivio social y fortaleza económica.
El
renovado choque de trenes entre capital y trabajo, fundamentado en los
privilegiados que vivimos con antiguas condiciones fuera de mercado, y quienes
han sido expulsados ( o jamás han entrado) a este club, ha posicionado de facto
al trabajo como un privilegio y no como un derecho, diga lo que diga la Constitución,
alejándonos cada vez más de un modelo competitivo de entendimiento, generoso,
flexible y de realidad empresarial-social compartida.
Debemos
responder a preguntas fundamentales que pueden ayudar a dibujar un proyecto de
país que sustente este crecimiento.
¿Quiénes
pueden ser los protagonistas de este crecimiento? ¿Los conocemos?
¿Debe
tener la Industria un papel relevante? ¿Por qué? ¿Se llevará a cabo realmente
la tan anunciada reindustrialización? ¿En las mismas o en nuevas localizaciones?
¿Cómo
operara el sector público y qué papel se le asigna en el proyecto de país? ¿Es
este papel realmente independiente de la ideología política?
¿Existen
referentes europeos que permitan abordar su globalización en la actual situación
de pérdida de poder del viejo continente? ¿Podrá mantener Europa algunos de sus
liderazgos? ¿Es la globalización de las empresas diferente de la de los países?
¿Sabemos
formular la oportunidad de América del Norte y del Sur en términos realistas
para una PYME de 500 trabajadores? ¿Hay
más Asias que China e India? ¿Es la vecina África un mercado emergente?
Y
finalmente, debemos formularnos preguntas que nos revelen el estado de los
motores esenciales de la innovación:
¿Es
el capital de acompañamiento al emprendimiento un cuello de botella? ¿Necesitamos
un sistema alternativo al norteamericano o nos basta una copia mimética?
¿Qué
es la compra pública innovadora? ¿Es legal? ¿Quién la practica?
¿En
qué consiste una política de innovación en el territorio? ¿Es la S3 europea,
Smart Specialisation Strategy, el camino para la competitividad?
¿Cómo
madurar el despliegue de la internacionalización?
¿Qué
aportan las multinacionales españolas al país mediante su actividad exterior? ¿En
qué consiste la singularidad vasca?
¿Cómo
impulsar la innovación a través de las personas? ¿Para cuando la creación de
empleo neto? ¿Podemos construir una nueva competitividad fundamentada en la
compartición razonable de riesgos y resultados entre todos los actores de la
actividad empresarial: empresarios, trabajadores, gobierno, banca?
¿Es
la Universidad una plaza central de nuestra Sociedad, regentada por los
mejores, que nos dota de jóvenes con talento y competencias modernas, que nos
aporta la generación mejor preparada que podrá liderar el futuro?
¿Hay
margen para apoyar financieramente el crecimiento innovador sin generar déficit
público? ¿Son las subvenciones una solución?
¿Qué es posible y audaz formular como síntesis de una visión 2020 en términos prácticos
y cercanos a la realidad empresarial y a la comprensión ciudadana?
Filosofar,
según Heidegger, consiste en “ preguntar por lo extraordinario. Y no solo es
extraordinario aquello que se pregunta, sino el preguntar mismo…”
Jostein
Gaarder en El mundo de Sofía (1991), se cuestionaba cómo será el mundo dentro
de cien años, y de mil o cien mil años. ‘Concluía : “ … No sé quien puede
contestar a eso, pero creo que es importante, más que importante, necesario,
formulárselo…”
No
obstante, mi aspiración legitima es contribuir a proporcionar también algunas
respuestas a estos desafíos mencionados, en un marco ordenado e inteligible, y
aglutinar a personas que puedan responderlos.
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Estupendo post Juan Tomás !....no podía ser más acertado .....comparto contigo que lo único que nos queda es innovar para contribuir al progreso
ResponderEliminarBuenas preguntas, anticipó de sensatas respuestas . Eso espero.
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